La magia de la fotoestimulación

La importancia del control selectivo de la luz en nuestros aviarios y cómo aplicarlo a la cría.

En la Naturaleza toda la vida está marcada por los tiempos diarios de luz y sus cambios. Es lo que denominamos "fotoperíodos",directamente relacionados con las estaciones del año. Lo que pasa es que cuando hablamos de estaciones tenemos tendencia a centrarnos en temperatura y dejamos un poco de lado lo que de verdad nos importa para nuestra afición que es la luz. Es verdad que cuando llega el otoño empieza a hacer cada vez más frío, pero también es verdad que desde mucho antes los días han ido haciéndose cada vez más cortos y eso ha sido una larga señal de aviso para que pudiéramos hacer frente al frío inminente, para que pudiéramos prepararnos.

Nosotros los humanos, tan engreídos, hemos relegado nuestros instintos y cada vez nos sentimos menos dependientes del devenir natural (¡hay que ser estúpidos!), pero el resto de seres vivos siguen absolutamente pendientes de la luz como guía esencial de sus vidas. Los pájaros que viven en estado natural, como sabemos, tienen unos ritmos de cría, muda, ... claramente asociados a los fotoperíodos correspondientes a cada estación y a cada zona. Digamos que crían "cuando pueden" porque tienen suficientes horas de estímulo natural acumulado y han recibido la señal natural: es el momento y queda tiempo para que crezcan los pichones. Suena un poco teatral, pero es exactamente así. Mientras el día crece hay tiempo.

Una opción para los criadores, entonces, sería seguir estos fotoperíodos naturales y dejar que nuestras parejas comenzaran a criar al ritmo que marque la Naturaleza ... y que dejen de hacerlo, muden por completo, y realicen toda su vida con los criterios que marque la luz solar.

Lo que ocurre es que esa no es la realidad de los criadores deportivos. La mayoría de nosotros tenemos aviarios en los que la luz natural no es suficiente para una correcta fotoestimulación, desarrollo de los pichones, muda, ... En algunos casos (muchos si pensamos en los criaderos del Norte de Europa, el Reino Unido e incluso buena parte de la Italia Norte) no es que la luz natural no sea suficiente, sino que es prácticamente inexistente durante buena parte del año, dependiendo totalmente de la luz artificial para poder mantener una vida de calidad en nuestros aviarios.

No es este el momento para hablar de los tipos de luz porque nos descentraríamos un poco del tema de la cría, pero quisiera mencionar que debemos controlar la luz de nuestro aviario con independencia del tipo de iluminación de que se trate. Son válidos los tubos fluorescentes (mucho mejor si son específicos para aves y se cambian regularmante), las bombillas tradicionales o  las de LED, las tiras de LED en las jaulas o las miniluminarias de LED de última tecnología. Incluso combinaciones de todos ellos y de alguno más. Lo importante es que controlemos la luz y seamos capaces de marcar los fotoperíodos adecuadamente y, además, selectivamente.

El proceso básico que nosotros seguimos para nuestro aviario y que nos ha ayudado considerablemente consiste en lo siguiente.

Tras el período de muda, y ya en fase de reposo y concursos, mantenemos el aviario alrededor de las 9,5 a 10,5 horas de luz como máximo para todos los ejemplares. Ese es el fotoperíodo natural en los meses de noviembre o diciembre, cuando amanece después de las 8:00 y el sol se pone sobre las 6:30. Se trata, pues, de imitar el fotoperíodo natural en nuestro aviario.

Como hemos descrito en otro apartado, nuestros reproductores están perfectamente organizados y separados por sexos. Cada criador tiene unas condiciones en su aviario y estas pueden condicionar la fotoestimulación selectiva para machos y hembras, pero es absolutamente esencial disponer el criadero, el control de la luz, de modo que podamos proporcionar distintos tiempos de luz a machos y a hembras durante un buen tiempo. El aviario debe, desde luego, organizarse entorno al control de la luz.

Nosotros tenemos una estancia más pequeña, separada de la sala principal del aviario, en la que colocamos todas las hembras reproductoras inmediatamente después de la muda. Esas hembras están desde octubre hasta abril (las últimas que emparejamos) aproximadamente a 10,5 horas diarias de luz. El objetivo es no provocar en ellas el instinto de cría de modo que entren en celo cuando nosotros queramos. Si lo hemos realizado bien, este control de las hembras tendrá como consecuencia que ninguna de las hembras pondrá huevos hasta que esté con el macho. Esto es de vital importancia para aprovechar las hembras, tener altas cotas de fertilidad y no agotar innecesariamente nuestras hembras reproductoras. En la mayoría de los aviarios, en los que no se controla la luz, los criadores arrancan precipitadamente la cría cuando las hembras empiezan a poner huevos entendiendo que esa es la señal de que están ya en el momento idóneo para criar. En mi opinión eso es la antesala de una mala temporada de cría. Sólo hay calidad si hay control.

Los machos, por contra, los tenemos ubicados en la sala principal de cría, en las jaulas en las que van a criar (aproximadamente) y cuanto antes separados individualmente o de dos en dos. Normalmente en Navidad comenzamos a programar la luz de modo que incrementamos la "duración del día" 5 minutos diarios. Esto hace que ganemos 35 minutos semanales o, para verlo más claro, un poco más de 2 horas al mes. Si empezáramos el 15 de diciembre, por ejemplo, a ese ritmo tendríamos aproximadamente 12,5 horas de luz el 15 de enero y 14,5 horas de luz el 15 de febrero. Es decir, necesitamos dos meses para situarnos en un nivel razonable de luz para la correcta estimulación de los machos. Nosotros entendemos que el umbral de la estimulación estaría en torno a las 14 horas de luz, pero que el óptimo sería de 15 horas de luz diaria en época de cría. Eso supone 9 horas sin luz, lo que para muchos es "demasiada noche". No tengamos miedo de ir un poco más lejos si nos apetece!

Con los machos a 14,5 horas de luz a mediados de febrero estaríamos en condiciones de comenzar la cría. Así lo hemos hecho nosotros tradicionalmente durante muchísimos años. Sin embargo, con el tiempo nos hemos ido convenciendo de que por muchas razones nos conviene comenzar la cría más tarde y hemos pasado a aparearlos a partir del 15 de marzo. Eso significa que, además del periodo creciente, nuestros machos han estado a 15 horas diarias de luz durante todo un mes más antes del apareamiento, con el plus de madurez del aparato reproductor que ello conlleva.

Cuando deseamos comenzar la cría, seleccionamos las hembras en mejor disposición para empezar a criar de la zona de hembras (que está a 10,5 horas de luz) y las vamos colocando a los machos, una hembra por macho, en la jaula definitiva de cría. La hembra se encuentra de golpe con un macho enceladísimo que no para de acosarla y con un incremento de 4,5 horas de luz en un solo día. A los 5 días colocamos nido y pelo a todas las parejas. En tres semanas tenemos el 80% de las parejas con huevos. La sincronización es asombrosa.

El resto de hembras continúa en la "zona de hembras" esperando su turno y por supuesto a 10,5 horas de luz, que mantenemos hasta que no queda ninguna hembra allí. Si hacemos bien las cosas, como decíamos anteriormente, ninguna de esas hembras pondrá un solo huevo mientras esté allí y sólo iniciará la puesta cuando sea trasladada a la zona de cría, después de unos cuantos días. Este control de las hembras es la llave para una buena temporada de cría y, en mi opinión, también de la temporada de concursos.

Esta no es la manera más ortodoxa de hacer los apareamientos, desde luego, o por lo menos no es la más tradicional. Algún veterinario de prestigio recomienda que antes del apareamiento realicemos una fotoestimulación progresiva de las hembras al menos durante una semana o incluso dos, para asegurar el buen apareamiento y formación de la pareja. Es muy posible que tengan razón, porque lo hemos realizado con éxito otras temporadas de esa manera, pero nuestra experiencia última ha sido muy positiva con el método descrito y en esencia es también compartido con el mismo éxito y desde hace varios años por algún prestigioso criador de la zona.

Antes de acabar habría que recordar que aunque la fotoestimulación sea la llave, no es suficiente sino va acompañada de una alimentación equilibrada y adecuada para la preparación de la cría que permita, además, el enorme desarrollo de los órganos reproductores que se requiere para la reproducción. Es conveniente programar todo ello con nuestro veterinario de confianza con suficiente antelación.





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