Antonio Sanz Bonacho

Mi padre, mi maestro,el que me metió en esto y en tantas otras cosas de la vida.

Antonio Sanz Bonacho

Plaza Redonda
Valencia
Circa 1940

En nuestro caso fue mi padre el que nos metió en esto de los pájaros desde muy pequeños. Mi primer recuerdo de un canario, como ya he contado, es de cuando tenía unos dos años. No puedo recordar cuando empecé a recibir lecciones, pero imagino que sería ya desde entonces, aunque yo no me enterara.

Mi padre me enseñó, como a muchos de vosotros el vuestro, cómo nacían los pájaros, qué se les daba de comer, y con qué se hacían los nidos. Me enseñó todo lo básico que debe saber un principiante y luego, poco a poco, todo lo que él sabía de pájaros, que era mucho.

Aprendí la importancia del orden en el criadero para poder repasar la comida y el agua,  la responsabilidad de mantener seres vivos que dependen de nosotros, a mirarlos y a quererlos, a disfrutar de hacer las parejas y a emocionarme con cada eclosión de un huevo. A disfrutar de la magia de la vida.

Conocí de su mano las primeras razas. Supe que había canarios de canto "Sheifer" y "Timbrados", de color y "holandeses", y después tantos otros. Exploramos juntos los mercados, la "mágica" Plaza Redonda de Valencia, los primeros balcones y luego los criaderos.

El trajo los primeros libros de pájaros (o me enseñó los que ya tenía) y las primeras revistas, a veces desde muy lejos. Lo veíamos todo juntos, muchas veces en la cama, y nos ilusionaba contándonos cómo era un Lizard o haciéndonos entender cómo debía ser un "Alas Grises" al natural. Y luego barríamos una y otra vez los anuncios de revistas de otros países, y del nuestro, y nos ponía a escribir cartas a máquina a los criadores, pidiendo de todo. Lo que más le ha gustado siempre.

Con el aprendí lo que eran los concursos de pájaros, los individuales y los equipos, los transportines, los jueces, la angustia por saber algo de los premios, la alegría de ganar y la importancia de respetar a los que ganaban menos. Y también fué él quien me llevó a la mítica AOPV, la "sociedad de Valencia", y me enseñó a amarla y respetar a la gente que allí tanto trabajaba a costa de su propio tiempo, y a veces de su dinero,  para que nosotros pudiéramos tener concursos y aprender de pájaros.

Nos enseñó lo importante de esta afición, que es lo mismo que en todas las demás: disfrutar y hacer amigos. Y nos dejó muy claro que todo lo que se aparte de eso no es sano y todo lo que se acerque es conveniente. Que son mucho más importantes un almuerzo en Quatretonda, una "matanza" en Alcantarilla o unas alcachofas en Callosa ... con los amigos, que 93 puntos en determinado concurso, llegado el caso.

El activó todos los mecanismos de la curiosidad y la observación en mi, la ilusión por los grandes proyectos, la búsqueda de la excelencia y el pensamiento siempre positivo. El me enseñó a aprender ...

Gracias a él he conocido  criaderos por todo el mundo y el mundo ha conocido también el nuestro. Hemos conocido mucha gente maravillosa y hemos hecho amigos en muchas partes. He podido aprender de mis maestros gracias a él, que me los puso en bandeja durante toda su vida. Su legendaria capacidad para la empatía hacía difícil no tener amigos en cualquier parte y él se encargaba de revertir esa amistad hacia sus hijos.

Por él hemos ganado los premios y he sido juez, porque alentó las compras, los viajes, los concursos, ... y lo financió todo. 

Y también con él aprendimos a enseñar.

De melaninas enseguida supe yo más, pero porque él quiso.

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