Luciano Manfredini

El criador perfecto, las ideas clarísimas. Un caballero de la ornitología.

Manuel R. Sanz con Luciano Manfredini en su casa de Correggio

Nuestra primera visita a casa de Luciano Manfredini en Correggio fue en el verano de 1983 con toda mi familia. Lo conocíamos de los mundiales, de tomar cafés y capuchinos, pero también "de los coches". Para los que no lo conocieron, en aquel tiempo no existían las salas de venta de los grandes concursos y salíamos todos constantemente al parking (muchas veces bajo cero o nevando) donde se celebraba un "mundial paralelo" un tanto cómico que consistía en entrar por turnos a los coches para poder ver con cierta seguridad los pájaros que estaban a la venta. Todos los grandes señores de la ornitología, incluido Luciano Manfredini, tenían el coche preparado para la ocasión.

El viaje de ese verano era de turismo familiar, pero hicimos parada en Ravena para visitar a Bruno Plazzi, una auténtica institución en el mundo de los pájaros, en Piacenza para ver a nuestro amigo Repetti y familia y, cómo no, en Correggio para ver a Luciano Manfredini. Como era agosto pudimos ver casi toda la producción de pájaros de ese año de "la principal de Correggio" y de "la sucursal de Vignola". Una auténtica gozada en todos los aspectos: los pájaros estupendos, el criadero impecable, Luciano ejerciendo de maestro constantemente con su voz tranquila y sus maneras cuidadas, la hospitalidad en su casa y en la bodeguilla. Después de aquella vez fueron muchísimas las visitas y jamás hubo decepción alguna, siempre todo controlado.

Luciano Manfredini es el criador más perfecto que he conocido. Tiene las ideas absolutamente claras, deslinda lo accesorio de lo fundamental como nadie, tiene una extraordinaria habilidad para visionar el "pájaro ideal" y desde luego sabe cómo llegar a él enseguida. Jamás he visto a nadie llegar tan lejos en tan poco tiempo. Cuando se ha propuesto criar una variedad nueva, en dos años (y a veces en uno), ha conseguido siempre estar a nivel de ganar el mundial. Siempre, en cualquier variedad.

Los pájaros de Luciano Manfredini no son sólo espectaculares, son perfectos. Nunca se ha conformado con alcanzar la máscara perfecta o la melanina idealizada por el estándar. Sus pájaros siempre han sido perfectos en todos los apartados de la planilla y, sobre todo, ha cuidado la armonía general, lo que garantiza la belleza fuera de toda estridencia.

Una de las primeras cosas que aprendí de Luciano Manfredini fue que los pájaros de un criador deben de tener un sello, la marca de la casa, que todos sepan que son tuyos. Eso, que parece muy fácil, supone que el criador tiene clarísimo cómo quiere que sean sus pájaros en cada tipo ("el pájaro ideal")  y que ha logrado conseguir que todos los pájaros que cría se parezcan mucho entre sí. Ese es el territorio de Luciano Manfredini, su especialidad. Durante mucho tiempo los Rojo Mosaico de Manfredini eran perfectamente reconocibles, incluso en la mano. Igual que sus Agatas Rojo Mosaico, Agatas Pasteles, Phaeos Rojo Mosaico, ...

Pero en Luciano Manfredini hay otros muchos aspectos que trascienden lo meramente ornitológico: su señorío. Una muestra que siempre me ha llamado la atención es que siempre habla en plural, "nosotros esto, nosotros aquello, ..." y lo hace porque en realidad son dos criaderos: el principal en Correggio, en casa de Luciano Manfredini y la sucursal de Vignola en casa de Onelio Beneventi. Dos criaderos, pero un mismo "director técnico y comercial": Luciano. Todos sabemos que es Luciano el que controla todo, pero su humildad de gran señor hace que los pájaros que se crían en casa de Onelio lleven su propia anilla, concurse a su nombre ... y sea múltiple campeón del mundo durante muchos años. Cada vez que felicitaba al bueno de Onelio por sus medallas solía contestar lo mismo "grazie, ma tu lo sai che Luciano é sempre dietro" ("gracias pero tu sabes que es Luciano el que está detrás"). Sin embargo cuando felicitaba a Luciano por los éxitos a nombre de Onelio siempre decía "se lo diré a Onelio de tu parte". Qué grande eres Luciano!!

Solía ir en septiembre a su casa con Joan Sender a por pájaros, pero también en otras épocas en las que visitaba Italia por motivos de trabajo y aprovechaba los fines de semana para ver a los amigos. Eran esos días, sin ton ni son, los más provechosos para aprender y para participar en sus tareas. Una tarde preparaba su estrategia de concurso para dos eventos en los que se otorgaba el "Canarino d'Oro" y me pidió que le ayudara a decidir qué pajaros llevar a cada sitio. Estuvimos toda la tarde como dos colegas y me hizo notar constantemente que de verdad valoraba mi criterio. Como es lógico aquella tarde me sentí "el amo del Mundo".

using allyou.net